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Me
desprendo de mi cuerpo, orbito en la duda. Una incertidumbre que me desorienta.
Siente algo de calma y un cierto temblor divisa mi cuerpo fundido en llamas. Ya
no estoy y a la vez sí. Soy nota de la musicalidad del universo, este universo
que nos acoge, que nos invita a ser hijos de este mundo. Me he ido, no lejos,
un espacio negro me cubre, pero su equilibrio es indiscutible. Escucho las
voces de las penas, del sufrimiento agotando la tierra. La nada. El vacío. Un
impulso me hace pensar en ti, en tu huida. Ay, querida hija, permaneceré
intacta en el tiempo, hasta que nos encontremos en las estrellas. Esto es la
muerte, una muerte que nos entrega a otros cuerpos. Renaceré ante tu ceguera en
el paso del tiempo. No me reconocerás, no me reconoceré. No obstante, seremos
unísona luz de nuestras pisadas. Observo el llanto de estas gentes, de un país
que se vuelve plomizo. La pesadez de la desilusión acecha en sus hombros y
caen, caen en la derrota de la vida, caen en un sórdido llanto que los hace
hijos de la miseria. De lo mugriento que es ese mundo. Un mundo de guerras idiotas. Presto mi asombro
al fanatismo más incoherente. Somos incoherentes. Somos desequilibrados. Somos
asesinos. Quemamos nuestro hogar, la tierra. La hostilidad nos hace sordos y no
oímos su grito. En esta era todo es
confuso, nos hemos vueltos agreste, un cierto detalle de nuestras manos. Manos
ensuciando cada rincón de ese mundo llamado tierra. Desde aquí, querida hija,
te miro. Se de tus errores, pero también de tus aciertos. No, no llores cuando
llegue la noticia…si llega. Ahora, estoy en otra atmósfera, en otra dimensión
donde todo es bello, donde todo es verdad. Lo bello y lo verdadero…lo verdadero
y lo bello. Nuestra condición es ser humano. Nuestra condición es la prueba de
la diversidad. He fallecido hija. No te preocupes, estaré en tu existencia
contigo. Una llama enciende la espera, mi espera, aquí donde los corazones
vuelan en la alianza de lo natural, de lo real ¿Dónde está la cura? En la
absoluta hipocresía, nos mentimos a nosotros mismos de igual manera que a los
demás. La compulsión de ese ambiente donde se mece la esfera azul es
arrasadora. He muerto, querida hija. No se quien me ha cerrado los ojos, estos
ojos que han visto los desastres de la guerra ¡No¡ no llores cuando llegue la
noticia…si llega- Te abrazo amor mío y que mi abrazo sea tu talismán cuando me
pienses, cuando andes en caminos de lodazales. Ay, querida hija…hija querida…CONTINUARÁ
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