sábado, septiembre 18, 2021

ALAS DE MARIPOSAS




 

Una calma  intensa. La pesadez del aire. La ligereza de las alas. Dos vidas que se cruzan en la oscuridad con la luna menguante observando. Verticales, se posan de espalda una tras la otra, la otra tras la una. En el horizonte una cumbre soportando los movimientos de las entrañas de la tierra. En el horizonte aves nocturnas mezquinas en su acecho.

 

Aquí, alojadas en la tranquilidad de la noche. Una noche que nos desea besar cuando los arroyos de septiembre pasean sutilmente sobre nuestros pies desnudos. Estas conmigo aunque nuestros ojos son huella de la huída ante el temblor de nuestro roce, ante la caricia dudosa de nuestro despertar.

Te siento, el calor que desprende tus alas se solapan a las mías. Y nos preguntamos cuando aguantaremos antes de volver a vernos, antes de ser seres al unísono de nuestro corazones. No sé si quererte, si abrazarte. No sé quién, que sexo ronda en tus sentidos. Y me dices que es te es igual, que te es indiferente solo la larga sonoridad del amor. Sí, el amor…

 

Intento huir, escaparme  de esta situación que me arranca de mis raíces. Y todo depende…no nos conocemos….solo el aroma de tus sensaciones invade toda mi verticalidad y me asombro. Un asombro donde bebemos del mismo arroyo. No te distingo sin embargo, asustada te quiero. Sí, te quiero. Te apoyas en mi espalda y ello es suficiente. Y siento que eres bella, bella en una atmosfera que se dilata en cada pisada que tomo.

 

Temblor, espuma naranja que se cuela a través de nuestros ojos. Ojos estáticos en el horizonte. Siento el murmullo hechizante de los rorcuales. Siento tu beso al viento. Siento el aleteo de tu cuerpo como presa de mis alas. Nos liamos, nos enredamos y en esa confusión la certeza de que te quiero. Temblor, la mar se revira y se violenta. Temblor, la entereza de nuestros cuerpos se desprende y caemos en pozos inciertos. Y, sin embargo te quiero. Te alejas, te aproximas. Vas y vienes con la danza de los cuervos en esta noche clara.

 

Somos así, ausentes a este mundo que gira y gira en la terquedad. Somos también corazón de mariposas que aun no han danzado en el vuelo. El vuelo insonoro, el vuelo aislado, el vuelo envuelto en la fragancia de nuestros labios. Ya somos mayores y comprendemos del no desperdiciar cada instante que se volverá eterno en el suceso de los despertares.

 

Temblor, me vuelvo. Temblor, te vuelves. Nuestros ojos son clara realidad del hoy, de este hoy alterado, desquiciado. Y en nuestro tiempo nos mantenemos ajenos. Tu mano derecha sobre mi hombro. Tu mano izquierda sobre mi hombro. La suave caricia del temblor. Temblor, un resquicio de tristeza alberga nuestros espíritus y despertamos. Despertamos y tu sonrisa y mi sonrisa se aúnan en estelas alegres. Ahora nos conocemos aunque, ya hacía tiempo que habíamos coincidido, en los sueños.

Una calma intensa. El sollozo agónico de los ángeles. Mariposas que se pierden en un horizonte de espuma y humo. Mariposas descansando en los brazos de una luna, de una luna blanca y menguante. Nada más.


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