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La
marea viene lenta, sube hasta ser océano condensado en el agujero. La marea es invisibilidad
el agujero. Yo aquí, en la madrugada. La avenida toma una postura callada y
solo converso con un telón de llovizna que cae sobre mis hombros, que resbala
en mi espalda y se expande en mis muslos. Siento una cierta humedad pegajosa
que brinda un verano cada vez más tropical. La tierra se desencadena en cambio,
en una metamorfosis de cual nacerá nuevos vientos, nuevos climas provenientes de
un sur….de sur. La marea viene a mí despacito, la marea me dice del rumor de
los sufrimientos, de lo insonoro que somos con nuestro mañana. Miro al cielo,
la luna redonda, la luna blanca tiene cortinas traslúcidas. Todavía queda algo
de ella. Las nubes plomizas pasan con la celeridad de un viento casi estático.
Mi rostro empapado cierra ojos y respira del jadeo de las olas. Una fachada de
melancolía me enclava aquí, en estos momentos donde el batir de mis alas
mojadas son mudez. Mis ganas se rocían de dejadez e inerte permanezco ante esta
marea que sube. El agua llega a mis tobillos, en este momento me desoriento en
donde está el agujero. El agujero, somos hueco de sensaciones que pasan a lo
largo de nuestras vidas. Somos cimbrar a cada acontecimiento brillante a
nuestro derredor con la conquista del olvido. El olvido de las lágrimas. El
olvido de las penalidades. El olvido de las heridas aunque, las cicatrices
queden. Y quedan, las secuelas quedan en nuestra reconditez a pesar del paso de
los días, de las semanas, de los meses, de los años. El olvido nos vuelve ariscos
con ella pero, sucumbimos ante las nuevas
existencias que nos da nuestro camino hasta la muerte…hasta la muerte. La
marea llega a mis rodillas, estática soy hija de los sonoros quejidos de las
ballenas. Un quejido de lamento ante la muerte que se les acerca ¡Luchemos¡
Vivamos en la paz y la libertad de los seres vivos, todos hasta que el sol
culmine nuestros días, hasta que el amor venza las navajas frente tu
espalda. La memoria , en una esquina
luce sus vestidos negros. La memoria, en una esquina luce sus vestidos blancos.
La memoria, en una esquina luce un arco de colores que pueblan nuestra
cotidianiedad…CONTINUARÁ
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