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¡Uhm¡….la
marea comienza su andar en bajada. Las algas se lían a mi cintura y me da
cierto escalofrío. Como decir, un repudio donde la naturaleza vence.
Estática soy hija de la luna redonda, de
la luna blanca. Un atragantamiento de ilusiones se fortalece en mi imaginación,
en estos pensamientos míos donde por horas…tic-tac, tic-tac…veré de nuevo el
agujero. Pongo la mano en mi pecho, donde el corazón late en la incertidumbre
de lo que está por venir. Tal vez, mañana. Quizás , nunca. Sola, con las
calladas sonrisa de una cosquilla estimulo mi fuerza y me dirijo a ella. La
pienso. Sí, es cierto. La admiro. Sí, es cierto. Embriagarme en su cuello. Embriagarme
en sus manos. Ser posesiva de sus labios, de sus ojos con el aroma de la
libertad, es condición. Es condición toda humano ser aliento en el vuelo libre,
en el vuelo que se expande hacia la otra persona, vaya donde vaya. Un amor que
consolida en la condición de cada sueño poblado de deseos, de emotivo gozo para
ser perpetuo. Las algas se lían y lían, como cuerda que desea censurar mi
postura. Yo me integro y las dejo con el ritmo del oleaje. Un oleaje que me lleva mar adentro. Amor de lo prohibido no
conozco. Amor de la desesperanza no conozco. Amor en la levedad de las pisadas
tras nuestro destino. No sabemos lo que pasará dentro de unos segundos, de unos
minutos, de unas horas. Giramos y giramos entorno a los agujeros del tiempo que
nos llevan a distintas mundos de la vida. Yo aquí, enredada de algas. Ella,
ahí, con sus metas fieles a las vivencias. Miro este mundo, este mundo viejo y
apagado. Miro este mundo, este mundo enfermo y jocoso. Con la resaca de un descuido,
un descuido con malas generaciones para la supervivencia. La miro a ella, en mi
mente se figura sus rostro como hechizo indómito en mis cavilaciones. El querer
desvestido. El querer de la complicidad. El querer bajo un telón alborotado de
emociones. No tengo ganas de gritarlo. No hayo la necesidad de que mi voz se
entregue al resto de una sociedad. Aquí, con la luna blanca, con la luna
redonda doy cobijo a mi amante. Aquí, con la marea bajando, con el faro guiñándome
su belleza, su callar me recojo en mis sentidos. Flores en el jardín he traído
para ti, flores nuevas que harán de nuestro amor la imperfección de las almas,
de los cuerpos tendidos en la calma. Una flauta suena con el rumor del océano, alguien
perdido en la avenida, con las horas vencidas toca un conocida canción, sencilla
pero al tiempo con la intensidad u el tacto de lo perfecto siendo las horas que
son. Las algas hacen una danza sinusoidal y respetiva, vienen y van…van y
vienen en la condición de ida, cuando vuelva a observar el agujero. Las algas ,
estos filigranas moradas me dejan, ahora en la transparencia puedo ver peces
alrededor del agujero. Sigue ahí, ¡Uhm¡ me doy cuenta de mis años, pero no es
reflejo de mi espíritu. Aun el agotamiento no brota en mis espaldas, en mis
hombros. En vertical capturo la antesala del mañana. La barra ya se divisa en
el reflejo de mis ojos. Una barra que un futuro será arrastrada por la erosión
e desintegración. Veo esta playa con un oleaje indomable, imparable, gigantesco
en su brutalidad. Y no me conformo con ese mañana. Y no conformo con esa
destrucción. Y no me conformo con esos cambios drásticos. Me fijo en el agujero, este agujero que será
su tumba. Neblinas de remordimientos poblaran nuestras mentes, contaremos como
se cuenta un cuenta como era en el hoy para aquellos que vienen en los años, en
los años que se acercan acompañados de las sirenas del buques. Una nieve de
gaviotas recurren de nuevo a la arena, la arena mojada con sus posos de
charcos. Picotean en los restos que ha dejado la marea alta, tranquilas,
con la monotonía de todas los nocturno...CONTINUARÁ
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