Noches extrañas. Noches convocando aliento de la luna. Lengua de mariposas palpitando en calles oscuras. Cada esquina una mirada ausente, una mirada en la frontera de lo real y lo ficticio. A veces, noches extrañas. Me tumbo en el sucio suelo y pronuncio sus ojos…ojos lejanos, ojos profundos en la complicidad, en el rigor de alas envueltas de hogueras soplando al norte…al norte. Y viene la noche. Noches extrañas. La nada zumba con su quejido solo, el eco de los desheredados de las pisadas. Tomo aire, me es igual la gelidez de la atmósfera y abogo con mis manos en los bolsillos recuerdos, presentes. Me pongo ante las noches extrañas y en mi pecera beso sus ojos…ojos lejanos. Las esculturas alumbran mi corazón perdido en las noches extrañas, noches donde se retiran las imágenes ilusas en la desembocadura de los sueños. Noches extrañas yo, con mi pantalón a cuadros, con mis manos en los bolsillos de la memoria perdida.
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