domingo, diciembre 06, 2020

DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE DICIEMBRE

 



Ando donde las olas rompe en las rocas deformes.  Rocas de un ayer magnatico cantando disecadas al hoy.  Dejo que el océano me consuma con toda su fragancia, con todo su violencia, con toda su fuerza. Estática, admiro cada movimiento de su corpulencia, bella, absolutamente entregada a la madre naturaleza. Y viene la ola, me es indiferente sus dimensiones. No, no hay temor sino una entrega de la firmeza. Y se va la ola en su baile con el sol del crepúsculo.  Sigo, aquí, en el ahora de estas estaciones extrañas. La emoción viene a mí. Y viene la ola, una ola que traga todo mal y me lleva a la entereza. Es otoño. La llovizna no tarda. No me retiro, un mestizaje salado y dulce me imanta, sobre la roca. Y descubro su seducción, su manera de presentarse. Contemplo su arrugada manera, su agitada celeridad fiel en el proceso de las lunas. Pardelas cantan a ese océano con sus vuelos en horizontal. Y la musicalidad  de sus ecos compañía del oleaje me deja aquí, donde las olas rompen.

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