Una botella vacía vagando en el espacio de una mesa con agujeros de cada cigarrillo que se pierde en el olvido. Sus ojos de pájaros mudos enhebrando la desgana, la desidia. Su tos, pronunciada con el resonar de los tabiques de las paredes que la rodean. No. No estoy borracha. No. No soy olvido. Son las penas, el llanto crónico a lo largo de las estaciones. Marte está ahí cuando se asoma a la ventana con sus ojos de pájaros enjaulados. Respira del ambiente, del aire que le rodea y una cierta fatiga apuñala su espalda. Se retrae en algo, en una memoria que alcanza permanentemente los pasillos de su silencio, de un gritar entre rocas que la tiran, que la abaten. Intenta levantarse. Cierra ventanas. Una botella vacía y el humo de otro cigarro huyendo de su boca. Se fija en una foto de su ayer, las mareas revueltas de un aguijón en su vientre la vierten vertiginosamente en un pozo oscuro. Una botella vacía, la aprieta entre sus manos hasta no más cristales rotos que la hacen sangrar y sangrar….sangre roja derramada en una mesa con agujeros de cada cigarrillo. Sangre que se transforma en su metamorfosis en alas negras…muy negras. Las extiende. Abre la ventana. Respira y se levanta al horizonte. Amanece y el sol la llama. La luz de un empezar de nuevo. La luz de un retorno a las emociones. La luz del tal vez, del quizás halle lo que perdió en el ayer. Tienes que dejar el alcohol, le dice una voz. Con sus alas negras en sentido del astro extenuante vaga por calles vacías, calles donde otros ojos no la ven. Ojos estáticos. Ojos inertes. Ojos gélidos a su pisada con sus alas negras. Sin más, vuela y vuela. Se aleja. Se ausenta de esa tierra que con tanto desprecio, despecho la toco. Y sonríe. Una botella rota vagando en la nada del pasado. Una mesa con agujeros con lágrimas secas. No se despide, a ras del sol se envuelve en otro camino. Un camino de rosas blancas, de verdes miradas donde la sonrisa suena con el resonar de su pulso. El pulso de la vida. El pulso de otros mundos bajo la verticalidad existencia. El viaje ha sido largo sin embargo, no está cansada. Una botella vacía, una mesa con cada cigarrillo apagado por cada mal del en la memoria del ayer.
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