Confieso. Sí, confieso querida madre, querido padre. Oculta entre neblinas intransitables, con la lucidez de mis sentidos en ella. Si, no soy el deseo de todos. Hay que conformarse, aceptar que las nubes se difuminan como los sueños. Ahora , estoy con ella y me despido. Sí, confieso que mis amores son confusos para ti querida madre, para ti querido padre. Me voy, no lejos, donde los ojos se desheredan con mi destino. Sí, la quiero ¡Qué decir¡ Vuestros rostros dibujan peces muertos, obsoletos deseos de un mañana. Confieso. Sí, confieso querida madre, querido padre. Me incomoda esta situación, escena de la desesperanza. No, no es maldad. Si, si es deseo. Mis piernas me llevan donde el sol evoca su nombra, donde los astros concurren a mi corazón. Son sentimientos. Son emociones. Ya sé que no lo entendéis. He cruzado la acera querida madre, querida padre después de muchos años y ahora estoy con ella. Confieso. Confieso que soy yo. El despertar se revuelve en mi estómagos, alas eviternas me lleva a su beso, a su acaricia, a sus palabras. Abro la puerta y me marcho. En el armario solo dejo el olor de mis sueños. Confieso. Sí, confieso que ya es la hora querido padre, querida madre. Las miradas no me asustan solo, el eco de mi verticalidad como mujer de sus manos. Mis manos, sus manos….sus manos, mis manos. Ven querida madre, querido padre donde lo oculto se evapora en el sentido de la libertad, la libertad de amar sin ser presa de las voces de la ausencia. Confieso. Sí, confieso querida madre, querido padre. Me despido. Me voy donde el retumbar de mis labios caen en el amor. Un amor creciente en el paso del tiempo. Me despido. Adiós querida madre, querido padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario