Me convocas a estas palabras sobre este papel. A mi memoria vienen los vientos del ayer y te encuentro con la mirada ausente, insonora, estática en un horizonte donde las olas rompen contra un faro que da luz, que no da luz y así sucesivamente. En la noche cuando los astros alumbran la pesadez del calor de la jornada. Cuando debajo de la ducha soy desnuda pieza que se rompe, que se compone en mujer distinta. A mi memoria vienen tus conversaciones con el silencio, con lo lejano de la desdicha y aun así tus ojos expresaban una cierta pena. Así, ausente, insonora, estática. Hoy te escribo querida Ann donde los recuerdos pisan mi sombran, donde el tic-tac de la medianoche cierran mis parpados. Esta vez , creo, te enviare la carta. Esta carta que se cuece a la par de velas dando luz a mis manos. No haré bolitas de papel enganchadas en la papelera. No haré cenizas de cada fragmento de mí, de cada recuerdo de ti. No sé porqué te escribo. Me hallo en el silencio de la noche, en la infinidad eterna de los pensamientos sentada en una silla y ante una mesa revuelta, desordenada. Te escribo porque tengo ganas. Hola querida Ann, se me olvidaba saludarte, querida Ann. Dónde te encuentras. Los años pasan, las estaciones son pastos que nos mueven en la inseguridad, en una desorientación del mañana. Pero aun así, estamos aquí, sobreviviendo, consolándonos cuando el arco de colores se espabila ante la lluvia y el sol. Uhmmm. …Ah, querida Ann, ¿Cómo estás? Espero que bien. Yo como siempre en el rodar y rodar de lo cotidiano. El drago ha crecido en mi jardín y recuerdo aquella vieja de la cumbre cual salvaba vidas con su sangre de la vida. Uhmm….te envío esta carta como mensaje en una botella sin saber si aun vives en mismo lugar. Cómo hemos cambiado querida Ann. Yo demasiado pero siempre amarrada a mis raíces y tu…sí, tu, cuéntame, contesta. Ah, aquellos años. Te acuerdas Ann cuando gritábamos en las manifestaciones ante la repulsa de cualquier acto nocivo para este mundo. Todo sigue igual. Guerras con sus combatientes de la nada. Hambre con sus vientres de moscas. Sed con sus gargantas rajadas. Donde está el equilibrio querida Ann, no existe. Solo los desajustadas mentes de esta esfera carcomiéndose a sí misma. La brisa esta quieta, tomo una pausa para sorber un poco de café y me detengo con esta carta. Pero me convocas, pero te convoco. Cierro los ojos y te observo en esa juventud alocada. Ahora en la calma , medito y he borrado y he censurado y he asesinado el ayer. Pero tu vienes, has venido esta noche como tantas otras, aquí estoy sobre esta carta, terminando ya. Si no quieres contestar no contestes, las luces del verano se agotan y llegará un otoño donde las pisadas se pierden sin tiempo en un boscaje donde la luna es guía. Uhmm …querida Ann, nos conocemos. Somos mujeres yeguas corriendo en las llanuras de la libertad, una libertad casada con el vacío de nuestras manos. Libres.
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