martes, julio 14, 2020

TE MIRO...


Estás.
Sí, aquí estoy.
Como te encuentras. Te apetece conversar.
Sí, mis ganas se abren a ti.
Te miro.
Sí, me examinas. Con mis zapatos de hombre. Con mis pantalones de hombre. Con mi camisa de hombre. Con mi gorro de hombre. Yo, también te miro. Con tus zapatos de mujer. Con tu falda. Con tu blusa de mujer.  Hoy no hace frío. Hoy no hace calor.
Te miro.
No pienses mal. Solo, quería danzar con unos ojos que se presentaron en el ayer.
Te miro y te reconozco.
La dualidad converge bajo las pisadas que llevo. Un chico que en su pena andaba de esquina en esquina, de luna a luna, de sol a sol convencido de sus miedos.
Te miro y te entiendo.
Hace tiempo que no lo veo.  Alguna desgracia habrá gastado su vida.  Quería sentir lo que él sentía. Abriendo. Cerrando. Inspirando. Espirando hasta que las tumba lo recorrió.
Te miro,  con tus zapatos de hombre. Con tus pantalones de hombre. Con tu camisa de hombre. Con tu gorro de hombre.  Y es tal  mi repudio y mi atracción que la balanza juega conmigo. Te miro y entiendo. No somos esa masa corpórea que solo vemos con nuestros ojos. Existe algo,  cercano y lejano a la vez que nos motiva, que nos atrae.
Siempre charlaba con él. Si, hablar con el vigor de una amistad efímera, una amistad que solo los astros sabrán donde está.  Caminábamos un poco, hasta la playa. Fijamente mirábamos los movimientos ondulantes del mar y después nos despedíamos. La despedida. El adiós.
Te miro y me despido.  Es la noche, tengo que volver. Mañana nos vemos, aquí, en el mismo lugar.
Me miras y te vas. Te esperaré….

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