Bruma. Hay bruma cuando los ojos
negros se desvían de las plomizas aceras. La ceguera se hace eco de nuestras
pisadas, lentas, monótonas con los brazos caídos más allá de la cintura. Nos llevamos
una mano a los ojos, a los ojos negros y vemos un destino incierto,
desorientado, refugiado en la nada. Bruma. Hay bruma cuando los ojos negros se
entregan a un cielo cenizo. La mano humedad ante los ojos, los ojos negros y
sus líneas deambulando a ras de precipicios donde nos asomamos con el vértigo
tembloroso del aliento. Bruma. Hay bruma cuando los ojos negros te miran en la
verticalidad de la seguridad. Y, entonces, esperamos, penetramos en los túneles
de la insonoridad. Y, entonces, dices…un te quiero. Ojos negros vigilantes,
cruzando esquinas donde las líneas de la mano marcan su territorio. Bruma. Hay
bruma cuando los negros conversa con la oquedad del silencio. Se abren flores a pesar del resoplido de la
pesadez. Flores violetas, flores rojas, flores amarillas, flores azules….flores
y más flores. Ojos negros destilando alegría…una viveza apartando la marmórea
bruma, las plomizas aceras. Los brazos de nuevo caídos, los brazos extendiéndose
en la dimensión de un beso. Ojos negros amándose. Ojos negros emotivos. Ojos negros
soñadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario