Soy pofundo, un bosque
donde la claridad se confunde con las sombras, donde los arroyuelos serpentean
en su grito de alegría. Ella está ahí, penetrándome con sus pies descalzos.
Creo que no la observo y sin embargo mi pesada mirada cae sobre ella. Las aves
revueltas anuncian lluvia en su canto, las hormigas se mueven en el sentido de
la prisa. Y ella está aquí, ha venido a respirar de la paz, de la tierra
embarrada, musgosa donde se cobija todo el olor d este boscaje. Camina
cautelosa, con su melena suelta. Aunque
tiro del frescor, ella está con una camiseta que respira todo el sabor de la
libertad ¡Qué buscará¡ A mi ojo nada, solo la insonoridad ante un mundo brusco,
violentado. Sus manos rozan los troncos
caídos en los siglos, suaves con el verdor de la dejadez. Su figura es siempre la misma, su rostro
también. Lleva años visitándome y no se da cuenta que yo la examino, la miro….la
miro. Un mirar que se vuelve respetuoso ante su benevolencia. Se para, se arrodilla y de un arroyuelo de
algún manantial de mis entrañas ella bebe y bebe como si todo ello fuera la
existencia.
Ando en mi jornada de
sosiego. Me adentro en esta arboleda que tanto me motiva, que tanto me permite
soltar el aliento de la opresión. Estoy sola. La humedad se acoge a mi olfato e
inhalo una fuente de estabilidad, una fuente de belleza y a la vez algo de
nostalgia. No me entiendo pero sigo con mis pasos alejada de todo mal de la
polución ¡Es tan hermoso¡ Su verdor me llena de tranquilidad. Intento pisar
lento, suave , que mi presencia no sea notada. Hay que cuidarlo, estos
resquicios que aún quedan ante un mundo bestial, dislocado. Su pureza está
intacta en el paso de los años. Acaricio su cuerpo , sensaciones extrañas me hacen temblar en la expansión de mi alma.
Una sensación agradable. Una sensación que me limpia de todo mal. Bebo de su
energía, una energía en equilibrio, la madre naturaleza es así. Siempre justa,
con la balanza estable por el paso de los años. Me gustaría conversar con él,
que me respondiera. Me conformo en su laberinto de raíces , de troncos, de
hojas muertas, de líquenes, de aves de diversa tipología. Parece que va a
llover, es más oscuro de lo normal. Desde aquí
la arboleda es el cielo, un firmamento espeso que solo me deja inspirar y espirar…espirar e
inspirar.
Se marcha como ha
venido. Relajada, con sus ojos fijos en un cielo plomizo a medida que sus pasos
se alejan. Te espero amiga…no sé cuando.
Tal vez, mañana. Tal vez, pasado. Tu espíritu te traerá aquí. Todos somos hijos
de la tierra. Todos somos hijos de los soles y las lunas. La lluvia comienza su música , monótona,
triste y al vez en la intensidad de la vida. Me quedo solo, revolviéndome en mi
contemplación vivaz.
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