sábado, abril 25, 2020

DIVAGACIONES DE UN 25 DE ABRIL







Vestida del crepúsculo de la tarde.  Astros danzan en mis orejas como luces de un mañana.  Pierdo el tiempo y luego con la celeridad de sábanas sin planchar me extiendo en el soñar. Aun el sol pestañea con sus logros, con su tibieza. Una higuera, en el jardín, donde los pájaros de la tarde caída revolotean con el aliento de sus minúsculas alas. Las sombras de un mar cercano me alientan, me confina en un horizonte donde mi verticalidad exhala el jugo del reverdear de nuestros ojos.  Todo cambia, amigo, amiga en el curso de los días. Días de puertas abiertas a la brisa emotiva de una sonrisa. El fresquillo me hace entregarme y planeo por los deseos, por el beso de una tierra ahora callada. Me gusta su silencio. Me gusta su florecer después de los tormentos, después de las melancólicas voces del dolor. Me gusta su olor. Me gusto su color de arco iris deambulando por los pastos de la libertad. Y miro esa higuera ¡uhm¡ su aroma, viene a mí como empeño de continuar por la senda de la insonoridad.  Y me visto de crepúsculo con mis pendientes de astros designando cada anhelo, cada ternura en la caricia invisible, impalpable.  Y es que todo ha cambiado…¿cambiado? …todavía somos eco de veleros del ayer.  Vestida del crepúsculo con pendientes de astros que han bajado para ver nuestros sueños, nuestras emociones, nuestra existencia tendida en las azoteas de la bienvenida al viento….al viento. Nos recogemos y el impulso de abrirnos tras estos muros es corazón cantando a este mundo.

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