miércoles, abril 15, 2020

DIVAGACIONES DE UN 15 DE ABRIL...











Las ventanas se abren, un colorido desfile en sus cantos de mirlos acuden. Un cielo gris con algún rayo fugaz de sol nos embelesa mientras recurrimos a ella. Hoy despertamos con la batalla aun presente, con las manos vacías, con las bocas cerradas intentado persuadirla. Dibujamos arco iris imaginarios donde el eco de la insularidad nos protege en el reboso de las mareas, azules, verdes. Busco bajo los ojos ausentes y me encuentro, hallo esa reconditez acaso herida, acaso victoriosa con ojeras hilándose con el paso de las semanas, de los días. Ojeras que se borraran cuando todo haya terminado. La calma me exprime, me nutre, me desnuda y calada de frío me siento frente un espejo. Busco bajo la piel eclipsada en el transcurso de las horas.  Busco bajo el sudor extinguido  a la vez que mis pensamientos, mi razón me llevan al mañana. Un mañana donde el resonar de pianos danzara a la vida. Busco bajo las ramas donde un herrerillo se deja mirar. Busco a través de las pisadas, lejanas, en las aceras de la insonoridad. La nada brota en mi mirada ensimismada, un túnel cuya luz se aproxima me avisa de la próxima estación, de la próxima parada donde los cuerpos se  rozan, se ruborizan con el jaleo de la existencia ¿Cómo cambian las cosas? Todo cambia, sin embargo nosotros nos reflejamos en la manía de una sangre que corre por nuestras venas, inalterable, con los mismos sentidos vagando de que tal vez cuando la puertas se abran podamos ser ojos en el espacio de la lumbre.  Las ventanas se abren, la oscuridad aun es presente, es cercanía arrojándonos a un baile en círculos aislados. Pero, aquí estamos, con la vitalidad de quien se engendra bajo las secuelas de las sombras.  Las ventanas se abren ¡Ay esos mirlos¡ nos movemos en el momento preciso donde nuestros maneras conversan con el esplendor. Busco bajo el sudor de una fisionomía a lo lejos luchadora, consecuente con las prisas porque venga un nuevo amanecer. Busco bajo las noticias de la espera, una espera que se hace asentamiento en mis sentidos pero sin embargo las ventanas se abren, me quedo con esos mirlos hablando al cosmos.  Busco bajo el sueño que me posee y corriendo canto una canción alegre, llena de vigor en la templanza de mis cimientos.  Las ventanas se abren, es la tarde y la musicalidad de los pájaros no me dejan, me acompañan en estos pasos sin rumbo cierto, solo, lo repetitivo de nuestros actos complacidos por una soledad no melancólica, no gris, no penosa sino alborotada por los deseos.

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