Calma. El todo es la calma.
Paredes que estrujan los pasos rutinarios hacia una luz del crepúsculo.
Silencio. El todo es el silencio. Calles solitarias, algún ladrido y no más.
Aislamiento. El todo es el aislamiento, cuerpos moviéndose en torno a las manos
caídas, a las manos lejanas, a las manos ahuyentadas. Y aquí estamos, corriente gravitando
alrededor del murmullo de una pantalla, de un papel como afluente de las
noticias. Nada. El todo es la nada. La distancia en la existencia de la
interiorización, en el cavilar con nuestra alma, libre de cada espejo
reflejando la ausencia. Sin embargo, el cosmos nos abriga, los astros pacen
sobre nuestros hombros. Sin embargo,
luchamos en el espacio de nuestras conversaciones con las mareas, con las
cuidadosas pisadas abasteciendo nuestro espíritu. Encendamos una vela,
pronunciemos vida y seremos resonar de la alegría, de la conciencia de este
mundo.
1 comentario:
Seamos, sí, resonar de la alegría..
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