Buenos días compañero. Adiós, la travesía ha sido larga. No
siente mis manos…mis manos cansadas de tantas noches, de tantos días ante las
inclemencias del tiempo. Todo es lento, hasta nuestra muerte. No te escucho
amigo mío, adiós. La marea se ha vuelta serena
¿Me escuchas? Amanece y puedo ver la frontera, esa tierra donde
acabaremos para el auge de nuestros sueños. Amigo…amigo mío, no respondes. Tus
ojos blancos me retuercen, me paraliza y no tengo fuerzas ¿Cómo ayudarte? Ya
queda poco ¡Oh dioses de este universo¡ ¿por qué nos castigas así? No, no me he
dado cuenta y él se ha ido. Su espíritu vuelo por este océano desconocido,
enraizado a la muerte ¡La muerte¡ ¡La muerte¡ ¡Oh dioses de este universo¡ me
hubiera gustado alcanzar la orilla con él. Mi energía es certera al caos, a la
nada. Rememoro tus palabras…tus palabras cubiertas de esplendor hasta el último
momento ¿La ves? ¡ La ves¡ Sí la veo compañero mío. Estamos cerca para
desembarcar y dejar nuestros corazones danzar con la libertad, con nuestros
propósitos, la cura de todos nuestros males. Pero tu ahora no estás, solo en la
memoria de nuestro viaje perturbador,
caótico, nefasto. La desidia me embarga y el dolor cruje en mi pulso.
Hemos llegado amigo….amigo mío. Las brumas del olvido se han ido pero no has
llegado a tiempo. Te miro. Te observo y me adentro en mí, en ese interior
desembocando en la pena. Siempre vivirás
en mí. Cuando llegue….sí, cuando llegue haré de ti un recuerdo donde tu sonrisa
a pesar del sufrimiento me hacía cosquillas alegres. Adiós amigo, hemos llegado ¡Oh dioses de este
universo¡ Qué hemos hecho para estas calamidades, para esta pena que ahonda en
nuestros pueblos, para su muerte. Te miro. Te observo y me doy cuenta de que no
somos nada, solo almas en decadencia, solo tierras deshechas por la guerra y el
hambre. Adiós amigo…amigo mío, la travesía ha sido larga…muy larga. Yo he alcanzado
la orilla y tu, el silencio.
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