Mis recuerdos se hacen difusos,
un murallón de pétalos de rosas negras
se agrega y trepa por la brumas de la memoria. Me cuesta ver el alejamiento del
hoy pero, el del ayer navega por aguas fangosas, profundas donde su recorrido
se hace enfermo en el presente. Solo me queda el olor de cada beso, de cada
caricia lejana, ausente y me envuelvo en las sombras del olvido. Sí, el olvido,
viento mortal al ayer, veredicto de las penas idas, eclipsadas en mi presente.
No, no te recuerdo, aunque te observe por un largo tic-tac. Un tic-tac que
evapora las sentencias de un pasado que tal vez no fuera. Aquí estoy ahora
sentada viendo el amanecer de un invierno frío, el sol ha venido, latigazos
contra mi ventana de una luz que no me deja ver la oscuridad y me conformo, me
deleita con su danza mañanera. Aquí estoy, pajarillos en revuelo me envuelve en
una cierta paz y no sé porqué. Aquí estoy, en el ya, en el paso firme y
vertical de blancas palomas rumoreando en la calle.
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