Desnudo…todo estaba desnudo, el otoño había pasado fugaz en
sus ojos y ahora todo estaba desnudo. Hojarasca que se desparrama más allá del
viento de un invierno que abría sus puertas con una bocanada gélida, de
penumbra, de una bruma que hacía aquel parque insonoro a la mirada. Solo, las
pisadas de aquellos solitarios, solitarias en su encuentro con el pulmón de la
urbe. Ahí, estaba ella, sentada en su banco habitual, con una carta en las
manos temblorosas, frías, doloridas. Cada
cierto tiempo volvía algún cuervo con un aliento de palabras que la iban
conformando, edificando en el fin de sus días y ¿Cuál fin? Ello es indeciso de
predecir , solo , cuando nos llame los huecos de la muerte. Ahí, estaba ella,
sentada en su banco habitual, con una carta que se edificaba a medida que un
cielo pesado, bochornoso, nublado anunciando tormenta se estancaba en el
parque. Ahí, estaba ella, intentando terminar esa carta que en el paso de los
días se hacía más y más larga, más y más densa. Su significado bailaba con la
pronunciación de su destino, una ruta indescifrable hasta que fuera amortajada.
Y venía de nuevo un cuervo, un cuervo negro regándola de palabras, palabras de
deseos, de sueños que serían heredados por otros. Sí, otros cual leyera lo que
en ella decía. Por un momento la
abrazaba a su pecho para que se impregnara de sus latidos firmes,
esperanzadores, pacíficos y luego continuaba…continuaba escribiendo lo que los
cuervos le traían. Una carta con sabor a
ella, con olor de invierno. No era ni
triste, ni alegre solo el resonar de la vida como nota de lo cotidiano la
embriagaba, se deletreaba en cada figura de sus palabras. Un respirar intenso,
un vivir profundo en las cavidades del amor, de una paz rasgando las quebrada
emociones. Ahí, estaba ella, sentada en su banco habitual, con una carta en las
manos donde describía el circular del mundo, de esa atmósfera que en vertical u
horizontal atrapaba al humano. Y seguía y seguía con su carta escrita por
cuervos negros, con sus manos arrugadas, ásperas por el frío.
1 comentario:
Inquietante relato, Dunia, pero la descripción es maravillosa, me ha atrapado y me he dejado llevar por tus bellas palabras. Gracias.
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