Ah
, amanece y con el ritmo de una nueva jornada se abren las ventanas de mis
pisadas ¿A dónde iré hoy? Es una cuestión que se mezcla en mi mente para
después dejarme ir en un no sé. Llevo estaciones sin salir de casa, de estas
paredes y es como si algo extraño me estuviera carcomiendo. Es cierto. Es tan
cierto como los hielos bajo el efecto invernadero se derriten, se desploman y
mezclan sus aguas con un mar donde las especies van muriendo, huyendo. El
aislamiento me cubre con su densa capa de añoranza. Viene a mí como compañera
lejana que nunca se olvida que aquí estoy. Sí, aquí. Escucho el viento, aletea
una infeliz mañana. Sí, trae nubarrones donde quizás la lluvia se ancle en las
aceras, en el asfalto. Me asomo al
balcón y noto su bruto roce con mi rostro, un frío incoherente se entrega a mí
y me abraza. Las nubes se desvanecen por su acción y el tan alegre juguetea con
mi cuerpo. La casa está vacía. La
usencia del calor humano se nota en cada uno de sus rincones. Mi techo retoza
el jadeo de los desiertos. Solo una gata vieja que ronronea, que me toca en su
lenguaje cariñoso pasea ante mí. Las mesas, las sillas…nada sirve , son objetos
en que me apoyo y solo me hacen pensar y pensar. Una pintura arrimada de un pasado. Un poema
de ese amor perdido entre sombras y nada más. Y es que la quería tanto ¡tanto¡ que ahora
envuelta en brumas, en la nada, en el vacío me es imposible defenderme para ser
luz de un día ¡Mi amor¡ ¡Oh, querido amor¡ Leo un viejo periódico y solo existe
la fuga del equilibrio. Una masa desastrosa barre esta atmósferas. Guerras ,
hambre, migración, sed , injusticias, esclavitud y un mundo que deriva bajo lo
irrazonable de su estabilidad. Una naturaleza muerta, quemada. Respiro y
respiro. Y ella viene a mí como fuente de la vida como querer del ayer, del
hoy, del mañana ¿Por qué no puedo enfrentarme a su muerte? Muerte y vida, vida
y muerte se enlazan bajo las inclemencias de las estaciones.
¡Anda mujer¡ Levanta y da unos
pasos hacia ti misma. Apártate del frío y mirate en uno espejo. Te mirabas
tanto cuando ella estaba….Ahora ¡ por qué no¡ Mírate…mírate y dime los que
observas, descubre esa belleza que aun guarda tu reconditez.
Veo
la muerte. Percibo un cierto clamor de gelidez. Estoy pálida, las ojeras danzan
hasta mis pechos, caídos, con una realidad anormal.
¡Adéntrate¡ ¡Tu realidad¡ tu, ahora , todo ha de acabar. Tienes
que descubrir el despertar dentro de tu llanto amargo. Deja de mirar la muerta.
Esa muerte que corre tras de ti. Ella se ha ildo, ha muerto. Sus cenizas
esparcidas en el mar corretea por otros lugares, otros mundos a la vez nuestros.
Despídete, ya es hora mujer.
¡Cállate¡
corro y cierro ventanas y dejo que la oscuridad reine en este piso. No, no
quiero verme más. Deseo volver al ayer ¡si¡ al
ayer donde las pardelas a primera hora de la mañana nos acompañaba en
nuestro paseo, donde el sonido de las olas fluían en nuestro amor ¡Sus cenizas¡
¡Cállate¡ Apago luces y así regresará a mí ¡Ven¡ ¡Ven¡ que el viento se vaya y
me deje en paz. No, no vienes, pasan los años y aun estás en mi. Percibo tu olor aun bajo este techo ¡Qué
hacer¡ ¡Que hacer¡ ¡Sola¡ Me he quedado sola. Corro abro ventanas, enciendo
luces y me miro al espejo. Palidez, ojerosa y el ronroneo de una gata.
Yo, el viento, te declaro mujer
libre del dolor. Vuela , vuela donde tus piernas te lleven. Sí, mírate en el
espejo, enciende luces y abre ventanas. Ya no más rejas en tus sienes. Sal,
traeré la lluvia, traeré la tormenta y la purificación de tu espíritu se verá
sanada, curada de todo mal.
Corro
abriendo ventanas, enciendo luces y miro esta puerta. Salgo con el temblor
reverberante de mis sentidos, de una verticalidad amortajada. No sé porqué, me
induzco bajo la lluvia feroz, bajo la lluvia de navajas que me llevarán al
olvido. Sí, el olvido ¡el olvido¡
Yo , el viento, te declaro mujer
absuelta de llantos vanos. Vuela, vuela donde tus sueños nacidos te esparzan
bajo los rincones de la alegría.
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