domingo, noviembre 17, 2019

AMPUAM...4 PARTE


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Y amanece . Y las llevaron al cuarto de baño. Un lugar tosco, soso, donde se mezclaba la dejadez y la memoria fúnebre. Las rociaron con cubos de agua fría, a las tres, ninguna decía nada, ni un gemido, ni un grito cuando las cuchilladas gélidas se estampaban en sus cuerpos desnudos ¡ Aprendan¡ ¡Aprendan¡, decía la superiora hermética. Después poneos ropas decentes, limpias porque tendréis que purificar vuestra alma ante Dios. No saldréis de la capilla hasta que sentáis arrepentidas ¡Rezad¡ ¡Rezad¡ hasta que la noche os envuelva en perdón ¡Perdónalas Dios mío porque no saben lo que hacen¡ La superiora se marcha, antes da media vuelta ¡Raparlas¡ A la vez los ojos de las muchachas se cerraron. A la vez el desfallecimiento oxidaba sus huesos. A la vez se retorcían en sus interiores. A la vez se reprimían de expulsar una excusa. A la vez sus cabellos mojados iban cayendo al suelo. A la vez una cierta tristeza levantaba un lamento mudo ¡Temblor¡ ¡Ay el otoño¡ fúnebre , plomizo, pesado, cuajando en la tortura de sus seres. A la vez respiraban profundamente. A la vez transmitían la verticalidad de sus espíritus. Vestidas, fueron llevadas a la capilla por dos monjas jóvenes. Sus ojos clavaban la maldad, la venganza, el regocijo de verlas así. Así, calladas, débiles, inmersas en sus pensamientos. Cuando las dejaron en la capilla cerraron la puerta con llave ¡Solas¡ alejada de toda civilización tenían que orar y orar. Sus ojos se cruzaron y después observaron el Cristo crucificado ¡ Oh, ese Dios¡ cuánta hipocresía, cuanta mentira se balanceaba sobre él, se preguntaban.  Y todavía estaban ateridas, fusionadas en la indiferencia a todo Dios. No….no pidamos perdón, no hay arrepentimiento, no hay remordimiento. Aquí nos quedaremos hasta ella diga, si hemos de sufrir más sufriremos. Pero no nos doblaremos ante la injusticia, ante la creencia que desata errores en la humanidad. Seamos fuerte, fuerte como el viento que nos lleva a lugares lejanos. Estemos unidas, unidas como el árbol a la tierra con sus ramificándose en lo hondo de su entereza. Seamos libres, libres como el vuelo de una pardela cuando surca los mares tempestuosos, violentos. Seamos cómplices, cómplices con sabor a una amistad real. Dejemos que el tiempo pase y venceremos a esta desavenencia de la vida ¡Oh, el otoño¡ criatura emergiendo en los poderes de su peso, de su levedad que eleva las almas en el sentido de su fe. Fe , en sí misma. Fe, en la energía de la reconditez perseverando la verticalidad. No, no caigamos en el temor. No, no caigamos en el dolor. No, no caigamos en la melancolía. Elevemos nuestra mente más allá de estos muros y de seguro hallaremos la calma, la libertad ¡Libres¡, manto de pétalos erigirán nuestros caminos…CONTINUARÁ

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