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Un
jardín en la dejadez del tiempo, un tiempo que pasa y se sirve del canto virgen
de la naturaleza. Ventanas rotas como si la nada rocosa quebrara sus pilares
pero aun con un techo, con unas paredes sosteniendo las estaciones de antaño. Y
de nuevo tocaron , esta vez Anne. ¡Ah Anne¡ que tímida y diminuta eres con
ojos negros como la noche que reposaba en su espalda, con los ojos
brillantes como los astros dominando el ancho universo, con los ojos lagrimosos
dominados por una fuerza del mal. Callamiento. Se miraron unas otras ,
taciturnas, heridas de conciencia ante las alta madrugada, ahuecadas en el
naufragio de la búsqueda. Paso un tiempo y ellas creyeron…no, no creyeron ,
escucharon unos pasos sobre una mole de un piso de piedra. Alguien venia hacia
la puerta. La quejadumbre del otoño impactaba en sus almas asustadas. Y de
repente una voz grave, masculina. Quien osa a tocar a estas horas. Silencio.
Quien pisa la mala hierba de mi jardín a estas horas. Silencio. Quien en un día
escupiendo heladas se atreve a tocar. Silencio. Se miraron unas otras, el
temblor de sus cuerpos las llevaron a estar estáticas, encogidas, temerosas de
quien fuera. Y de repente abrió la puerta, un hombre curvo con edad avanzada, calvo y ojos de boliches
grises se presentó malhumorado. ¡Niñas¡ ¡malditas niñas¡, se decía para sus
adentros. No, no os voy a prestar ayuda. Yo solo soy un anciano solitario y
habéis pasado lo prohibido ¡mi jardín¡ Pero es que estáis ciegas, este jardín
bello cuando el sol asoma en el horizonte, este jardín perfecto manejado por
las artes del tiempo, este jardín sangre de mi sangre ha sido violado ¡Violado¡
Por vosotras. Decidme…decidme que queréis a estas horas. El blanco atrapó a las
chicas, el cansancio se iba difuminando mientras escuchaban aquel hombre. Un
hombre de la ultratumba pensaron al mismo tiempo. Un hombre más allá de la
realidad. Un hombre tosco, austero, usurero de sus propiedades ¡Oh, el otoño¡
largo recorrido de vuelta a casa ante aquella existencia infranqueable, dura. Inhibieron
sus ansias de volver, algo las apartaba y atraía de ese ser. Ese ser que en la
nada del boscaje había nacido ¿Desde cuándo…? , se preguntaban. Nunca habían
escuchado algo acerca de esa casa, de ese hombre que por su aspecto era
desierto como ser humano ¡Oh, el otoño¡ retorcidas, aguantando que no les
quitasen la máscara del pánico alguna intentaba decir algo. Pero no….no , salía
nada de sus bocas, de sus gargantas secas. Y plas…cerró la puerta. Atónitas en
la intemperie esquivaron sus miradas. Todas observaban a su derredor…ese jardín
enmarañado, desordenado y a la vez exuberante....CONTINUARÁ
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