lunes, agosto 12, 2019

OLEADA DE LLAMAS


Oleada de llamas.
El eco de la agonía
Baila al compás del error,
De la amenaza perfecta de la oscuridad,
De las tinieblas.


La atmósfera se me hace irrespirable, aprieta con su gatillo fulminante de la muerte de una naturaleza paradisiaca de los montes. Voy tras ella, tras las llamas que vertiginosas ahondan en la miseria, en la existencia esfumada en un pequeño instante de tiempo. Un si saber me hace odiarme, castigarme a medida que camino sudoroso, delirante tras ella. Bosques donde un pinzón azul se ahuyenta hasta la nada. Vacío rueda en mi pecho y mis lágrimas torpes, cautelosas aclaman al Dios madre tierra. Me miro las manos, me miro y me miro y grotescas formas fantasmagóricas crujen, danza a medida que todo se eclipsa eternamente. Yerto mis ojos, me detengo y un puñal en mi vientre  busca la repuesta. Sopla un viento infernal, sopla un quemar rajante y caigo.  Medito y en mi alejamiento de las llamas descontroladas, alocadas, sendero de funerales y sigo en este mundo. No hay salida ¡No¡ no tenemos escapatoria, un planeta que orbita en grotescas, en aberrantes puñetazos a su corazón. Todo preñado de borbandeantes charcos de desahucio ¡Ven a mi madre tierra¡ Se grito de lluvias, de un viento estático antes que la derrota , que los ojos blancos borren la vida. Y de nuevo voy tras ella, tras las llamas que se infiltran para dejar un vista ceniza, melancólica, irremediable en el paso de las horas.


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