Desnuda, barranco abajo donde las
aves alimentan a las raíces de las aguas con destino al océano. Un océano
impoluto, sustancial, emergido de naves caóticas en el abandono. Desnuda, inmersión
al encuentro de las almas flotantes de los naufragios al encuentro de la
esperanza, del esplendor de corazones verticales a la vida. Desnuda, va y
viene, luceros del crepúsculo en la búsqueda de la paz, del equilibrio entre
tierra y humano. Desnuda, procesión de espíritus danzando en torno a la muerte
¡Ay la muerte¡ venidera colina donde ascendemos con el paso del tiempo, de las
horas, de la nada. Desnuda, sumidero de arriesgados destinos localizando la
sonrisa, la respiración pausada…espirar e inspirar, inspirar y espirar paulatinamente
con la gama de colores ofrenda de la existencia. Desnuda, avista la desidia, sobresaltados
hombres, mujeres, niños tragados por el incoherente balazo del miedo ¿Hay
miedo? Mirar a los ojos, no hay extrañeza en estos seres del vacío. Desnuda,
somos eco de las sombras palpitante en juicios falsos, en el deambular de un
sonoro desdén. Desnuda, cuerpo con cuerpo y la canción de los ahogados. Un réquiem
suena, trotando por esta atmósfera callada, huída.
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