Una nube aparece en medio de un firmamento adolecido,
consternado, hambriento de la
humedad de sus labios, de sus manos. Dos
miradas pérdidas en el infinito de lo eviterno, de la molicie asfixiada de
raros movimientos de un atardecer. Y viene la palabra, una palabra casi
precisa, casi exacta, bañada de unas lágrimas que se van, que se encuentran. Amparadas por el oleaje cercano se miran, no
se conocen y una luz estrecha las engancha en una voz que ellas no escuchan, solo,
silencio.
Xx:
Te mueves entre los precipicios de los atardeceres. Te
asomas con la venganza muerta, con tu cuerpo grande, con tus manos pequeñas,
con tus ojos de asombro y me buscas. No me encuentras y retrocedes hacía atrás,
involucras a la brisa en el largo túnel que traerá hasta mi, supongo.
Yy:
No, no eres tú. Acaso, no me ves, no conversas cuanto mis
ojos ante ti se atreven tímidamente a señalarte y me escondo, y me voy lejos pero no mucho. Tal vez después regrese
con las primaveras de algún beso nacido en la sed de tu vientre, de tu boca.
Xx:
Uhm…la mar, la mar. Paseo mis pensamientos ausentes de la
dejadez, con la amplitud de tus mirada clara bajo el rumiar musical de las olas
contra las rocas. Y , otra vez…te observo
en la paciencia de los atardeceres cuando la siesta despliega sus alas
de mariposa como velo de la distancia.
Yy:
Embarazada de poemas azules, naranjas, verdes, amarillos,
rojos tomo la calma. Tu espalda se hace
gigante, enormes pasos agitados me envuelven hasta que llego a ti, pasos
acogidos por la fertilidad de un cuerpo que flota en el sueño.
Xx:
Soy liberada vertiente en lo cotidiano. Un espejo me observa
y yo también a él, la silueta de tu verticalidad me alumbra de espaldas a la
precisa palabra que te diré, que te digo. Y no entiendes, y no me ves, y no
respondes a mi aliento calmo.
Yy:
La marea sube. Llega hasta las rodillas. Vestidas alargamos
los brazos en el sentido que las ballenas son fugaces astros de las emociones.
Y te empeñas en que todavía, todavía es
temprano. Tendremos que agarrar el tiempo…tic-tac…tic-tac y respirar de su
influencia en la espera. Pero ¿no te das cuenta? Cada vez nuestras huellas, en
esta playa, se disuelven con mayor celeridad. Te llevaré rosas, te llevaré claveles, te
llevaré lirios y bajo la luna que viene te abrazaré…si me dejas.
Xx:
La marea sube. Llega hasta la cintura. Y las ballenas con su
tanto profundo nos imantan, nos hechizan en el olvido de nuestro amor. Sí ¿tú también te has olvidado? Miremos la
caída de la tarde como plenitud de un nuevo instante en la sonrisa arrinconada
en nuestros pesados hombros.
Una nube que se va. La alegría y no sé bien porqué vuelve a sus rostros. Cometas
tardíos vuelan en la playa agarrados a esa brisa fuerte. Ellas los miran. Las
palabras se desnutren, se pierden en el fondo de un horizonte bello…muy bello.
Un fondo donde el rigor del amor, del querer, del vientre a vientre muerde,
mata la desidia, el alud de hiel que penetra en el día a día. Espesa luna es la
que viene, con el todo de su fragancia, de su lumbre, de su hechizo en las
mareas de cristal. Y no se ven, y no se
tocan, y no se escuchan solo el sueño de una noche que vendrá con toda su
entereza, con toda la viveza entre sábanas liadas a sus piernas.
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