Soy blanca. Soy negra.
Xx:
Blanca.
Soy blanca.
Yy:
Negra.
Soy negra.
Xx:
Un barco en el horizonte.
Mi vientre reventado de flores, de nutridas asperezas.
Yy:
Una sonora bahía.
Mis manos en la plenitud de la dejadez.
Xx:
Blanca.
Colinas desheredadas de la
gravedad de mis pisadas.
Soy blanca.
Doblo una esquina y un halo de
desesperación penetra en mi rostro.
Yy:
Negra.
Amarillos hierbajos se lían en mi
cuello.
Soy negra.
Doblo una esquina y un golpe
cierto revienta mis ojos.
Xx:
No hay lágrimas.
Una nube se acerca.
Una nube grande.
Una nube con cuchillos rojos.
Yy:
No hay lágrimas.
La lluvia.
Una lluvia fuerte.
Una lluvia con cadenas grises.
Xx:
Soy capaz.
Muy capaz a medida de la dureza
de piedras apaleando mis sentidos.
Y no hay lágrimas.
Y hay nubes.
Sigo con el aliento del alba.
Soy blanca.
Yy:
Soy espesa.
Muy espesa en el curso de púas
bailando en mis espaldas.
Y no hay lágrimas.
Y llueve.
Sigo el frescor del alba.
Soy negra.
Zz:
Soy blanca.
Soy negra.
Esencia de mujer cuya lumbre anda
en los precipicios donde la luz hace sombra.
Soy blanca.
Soy negra.
Escenas columpiadas a ras de mis
piernas eficientes.
Estoy aquí.
Estoy allá.
Conversar con mi voz en estas
tierras deshidratas, eclipsadas.
Soy blanca.
Soy negra.
Me levanto y avanzo con la
orientación de la brisa.
Brisa que viene.
Brisa que va.
Estoy aquí.
Estoy allá.
Ya he llegado y el recorrido es
liso. Se precipita en la libertad, en la calma.
Soy blanca.
Soy negra.
Homogéneas olas aman las nubes,
la lluvia.
Las ramas habitadas por pañuelos
blancos, negros vienen con el límpido eco de la paz.
Soy blanca.
Soy negra.
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