Año nuevo volcándose en alguna ilusión escondida en los
estómagos hambrientos de libertad. Eso es lo que observo madre. No sé cómo
terminará todo esto, imagino que esta gran masa humana tendrá que despertar la
conciencia de algún gobierno, de algún dirigente, de algún estado a favor de
nuestro camino. Sé que al final está la alambrada que con su mirada de navajas
nos amenazará. Ahora, estamos en invierno, un invierno más frio de lo normal o
eso sentimos. Aquí hay gente buena pero también existe el mal. Como toda
existencia somos duales y más en los límites de la agonía, de la desesperación,
de la impotencia, de la desgracia, de la herida. Pasaremos o no pasaremos, no
lo sé madre. Todas las noches cuando me acuesto en estas miserables casetas o
como quiera que se llame, hacinados, con el olor de los que duermen a tu lado,
respiro hondamente…inspiro y espiro…espiro e inspiro hasta que el sueño cabalga
en el futuro de nuestras vidas. Cierro los ojos y contemplo como corro
abrazando la armonía, la felicidad. Pinto colores vivos en mi reconditez y me
duermo. Eso me ayuda madre a despertar, a desear el nuevo día que viene y continúo.
Pienso que este mundo ha de cambiar, somos todos humanos, da igual las
creencias, las ideologías, las costumbres, la razón. Mientras exista respeto y
equilibrio da igual donde nos inclinemos. Pero ahora, se que somos un problema
madre por no decir un estorbo para muchos o para pocos. Sí, deseo que llegue la
noche madre, quiero dormir y soñar y soñar imparablemente en que aun existe una
oportunidad ¡Qué horrible son los días aquí¡ se me hacen infinitos ante tanta
crueldad, ante tanta frialdad. A veces un cierto vértigo me azota, me castiga y
siento la necesidad del descanso eterno. No, no te preocupes madre, seré
fuerte, muy fuerte.
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