22
La masa solar se evade,
¿vendrá mañana? ¿seremos crepúsculo de su tibieza o oscuros lodos arrollando
hasta expirar? Un horizonte magnífico entablaba conversación con el abad. Sí,
ere abad incrustado en sus estudios de la razón humana, de su historia. Eran
horas de vísperas de nuevo las campanas
trotaron de manera calma, de manera nostálgica sin saber muy bien, de manera
melancólicas. Los monjes las escuchaban y todos fueron conducidos a la oración
cada uno de su celda. Un firmamento violáceo anaranjado los venia a visitar
como de costumbre en esa estación, un firmamento donde la llamada a las
estrellas era temprana, precoz. Todos rezaban mientras el abad profundamente
aturdido, confuso, inmerso en sus pensamientos le llegaba el perfume de los
siete riscos de las siete mujeres. Ellas, salvadoras de todo mal que rondaba la
aldea sin que nadie se diese cuenta, solo él. Puede ser que el tiempo las
salve, se decía. Sí, el tiempo. Ahora la oscuridad es sombra que viene, una
oscuridad que nos mece en la duda Qué será…qué será del nuevo día, si viene. Hoy
ha ocurrido un milagro, un milagro que logro entender pero que se me escapa de
las manos. Ellos no se dan cuenta, solo están comprometidos con la sangre, con
una religión, nuestra religión, como si fuera látigos a la diversidad del ser.
Qué Dios me perdone, pero estas tierras están mal, muy mal. Un atraso certero
las empobrece en la razón de sus habitantes. Lunáticos, diría. Sí, digo. Te
digo a ti señor que se que me escuchas donde está la verdad sin ellos o si en
ellas. Según mis indagaciones, mis contemplaciones, la verdad y la realidad
están en esos siete riscos. No comprendo por qué lo justo lo abandonas, lo
marginas. Está noche irán a por ellas y qué ser …qué será de sus luchas, de su
verdad. Lo siento mi señor por no ser alabanza en la caída del sol. No…no puedo.
No comprendo cómo dejas almas al abandono, a la soledad, al aislamiento. Y no
es que haya puesta cerrojos hacia ti pero, me haces caer, dudar. Mira, mira mis
lágrimas. Ahhh…no…no puedo creerte. Ahhh…tanto y tanto sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario