martes, diciembre 25, 2018

LOS SIETE RISCOS...22


22
La masa solar se evade, ¿vendrá mañana? ¿seremos crepúsculo de su tibieza o oscuros lodos arrollando hasta expirar? Un horizonte magnífico entablaba conversación con el abad. Sí, ere abad incrustado en sus estudios de la razón humana, de su historia. Eran horas de vísperas  de nuevo las campanas trotaron de manera calma, de manera nostálgica sin saber muy bien, de manera melancólicas. Los monjes las escuchaban y todos fueron conducidos a la oración cada uno de su celda. Un firmamento violáceo anaranjado los venia a visitar como de costumbre en esa estación, un firmamento donde la llamada a las estrellas era temprana, precoz. Todos rezaban mientras el abad profundamente aturdido, confuso, inmerso en sus pensamientos le llegaba el perfume de los siete riscos de las siete mujeres. Ellas, salvadoras de todo mal que rondaba la aldea sin que nadie se diese cuenta, solo él. Puede ser que el tiempo las salve, se decía. Sí, el tiempo. Ahora la oscuridad es sombra que viene, una oscuridad que nos mece en la duda Qué será…qué será del nuevo día, si viene. Hoy ha ocurrido un milagro, un milagro que logro entender pero que se me escapa de las manos. Ellos no se dan cuenta, solo están comprometidos con la sangre, con una religión, nuestra religión, como si fuera látigos a la diversidad del ser. Qué Dios me perdone, pero estas tierras están mal, muy mal. Un atraso certero las empobrece en la razón de sus habitantes. Lunáticos, diría. Sí, digo. Te digo a ti señor que se que me escuchas donde está la verdad sin ellos o si en ellas. Según mis indagaciones, mis contemplaciones, la verdad y la realidad están en esos siete riscos. No comprendo por qué lo justo lo abandonas, lo marginas. Está noche irán a por ellas y qué ser …qué será de sus luchas, de su verdad. Lo siento mi señor por no ser alabanza en la caída del sol. No…no puedo. No comprendo cómo dejas almas al abandono, a la soledad, al aislamiento. Y no es que haya puesta cerrojos hacia ti pero, me haces caer, dudar. Mira, mira mis lágrimas. Ahhh…no…no puedo creerte. Ahhh…tanto y tanto sufrimiento.

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