sábado, diciembre 22, 2018

LOS SIETE RISCOS...21


21
Se hizo una pausa, un tiempo que se paraba y distanciaba cada suceso transcurrido en el curso de las almas de esa aldea de las siete mujeres de los siete riscos. Una detener que hacía que las olas callasen, que hacía que los pajarillos silenciaran, que hacía que el abad estático visionara lo que no es posible ver, el milagro, que hacía que el cura absorto y paralizado se introdujera en un ronronear de vacío, que hizo que todos los aldeanos, todos los lugareños se quedaran quieto mientras el sol de filigranas incidentes sobre aquella isla no avanzara en el tiempo. Un tiempo en quietud, con la solemne eternidad de movimientos eclipsados. Las siete mujeres de los siete riscos en sus respectivas cuevas lloraban y lloraban  mientras el todo era la nada. Arroyuelos salados desembocando en la calma de aquel jardín sin flores del pueblo. Diminutos ríos que llevaban el hechizo a todas las gentes de manera ferviente, viva, alegre. La alegría de la vida repartiéndose en todas las casas. Luces y sombras vivían juntas en el recorrer de los años. Luces y sombras amparados en el regazo de un sueño que ahora agazapaba a las siete mujeres de los siete riscos antes de la partida, de esa huída verdadera ante sus opresores. Muy vitales para la muerte circulaba por la mente de cada una. Un aliento lanzado a las mareas, un suspiro…uhm…alcanzando el sosiego, la tranquilidad de puentes girando en torno a la existencia en vertical. Un horizonte también lisiado de armonía. Solo un arco iris daba animadas sonrisas a estas siete mujeres de los siete riscos. Un arco iris cuasi eviterno en ese otoño involucrado en la lucha. Todos quieren vivir, que la mortandad no sea ajustada hora de sus singladuras. La respiración atenuada, vendada para todos. Una descomunal insonoridad inundaba aquella pequeña ciudad de los siete riscos de las siete mujeres.  Y un aliento lanzado a las mareas, un suspiro…uhm…

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