20
Un astro rey dando
alimento a la aldea después de la tormenta otoñal. Una ermita edificada en la
fosa de la muerte. Y todo parece detenerse, y todo parece volver a la
normalidad. Manos como raíces saliendo de esa tumba común con ojos vibrantes en
existencia ¡La vida¡ El cura no puede creer lo que ante sus ojos late ¡La vida
otra vez¡ Una estrella de no sabe donde se evapora en aquella aldea donde,
astros que en su efímero estado atenúan el desorden, el caos y muertos
renacidos de las entrañas de la tierra como si no hubiese pasado nada. Todos volvieron a sus labores desmemoriados
del suceso espantoso. En un mundo aparte el párroco, con su sotana raída estaba
incrédulo. Por sus arterias corría desenfrenadamente la maldición. Las fuerzas
demoniacas se habían apoderado de aquella aldea de los siete riscos, creía. . Una
potencia casi imbatible, pensaba. Miraba la ermita de donde los muertos habían
sido resucitados como si la nada los atemperase, como si el silencio
contundente de su razón los hubiera abrazado. ¡La magia negra a caído sobre nosotros, sobre ellos¡ Pobres criaturas
de Dios, amnésicos en lo ocurrido. La ermita está ahí a medio construir, sus
cimientos no son fuertes y veo como se derrumba en la vida de estos. El pueblo,
mis ciudadanos están ciegos. Yo haré que regresen a la realidad ¡A la caza¡ ¡A
la caza imperdonable¡ Son ellas. Sí, ellas las que traen la locura, el
desbaratar de estas gentes. Me arrodillo ante ti, Dios. Haré todo lo imperioso
posible por acabar con esta tempestad de hechizos oscuros. Nada comprendo señor
mío. Estoy confuso, se desencadena cierta inestabilidad en mi cabeza y
extasiado fervientemente espero tu ayuda. Socórrame señor ante esta embestida. Dime
los pecados de estos ignorantes para tanto y tanto azotamiento desbocado. En
cruz y boca abajo calló en la tierra. No, no entendía lo ocurrido , neblinas
emparedaban sus ojos, sus oídos, su boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario