10
Llega
la calma allí en los sietes riscos, allí en la aldea. La lluvia enmascarada por
un cielo fielmente celeste perfecto. Una limpieza que hace que todos miran
hacía él y arrodillarse ¡Bendito sea Dios¡, se escucha la voz acoplado a un
murmullo incesante en la aldea. La niebla invisible ahora hace que todos
vivarachos se encadenen a sus rutinas. Las siete mujeres de los siete riscos
miran maravilladas por lo agraciada, por el don de esa tierra. Todo verde que
en contraste con la bóveda celeste daba un cierto aroma a equilibrio, a paz. Se
recogían a las puertas de cada una sus cuevas y desde allí vigilaban el
tranquilo océano, el cotidiano andar de la aldea. Un océano cuya calma les
hacia respirar a las siete mujeres de los siete risco bienestar, benevolencia.
No sabían cuando se verían , pero algún día cuando las normas de la naturaleza
les indicará y se encontrarían. Se darían las manos, se abrazarían, se besarían
y después el retorno a cada una de sus grutas. Cuevas donde ellas hacían cada
una lo que más le gustaba. Comienza una música bella, con sus manos rasgueaba
un arpa construido por ella misma ahí, donde la insonoridad y el sonido de las
olas era sutil. Un arpa con ojos cerrados danzando la melodía de la
buenaventura, de las dulces aves que se posaban a escucharla. Una música que resonaba en
aquellos siete riscos oyéndola aquellas seis mujeres. Ellas quedaban
embelesadas con la exquisitez poblando cada uno de sus espíritus. Y les entraba ganas de bailar, así, al son de
la mañana, al son del arco iris bienvenido en aquellos lares. Y bailaban, se
dejaban ir en el curso de la música, con su ritmo, con esas notas agraciadas de
calma. Unas notas que se alargaban hacían debajo de los riscos y llegaba al
pueblo. Algunos la escuchaban, otros no. Solo aquellos que están en discordia
con lo que le habían hecho oían la armonía de su arpa y se alegraban porque aun
estaba rondando la existencia y, otros lloraban por el aislamiento que estaba
sometida. Melodía voladora, impregnada de pétalos de amor para cada uno de los
oyentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario