miércoles, noviembre 14, 2018

El ave...


 Temprano. Es temprano, la borrasca impertinente ya ha pasado. Un lago se revuelve en la calma pero ya está calmo. Un ave azul, amarilla, verde posa en una rama que cae hacía el lago.

Ave:
Voy al encuentro de mi presa. Aquí esperaré hasta que allá una oportunidad. Paciente, vigilante, emplumada al son de un mal tiempo ido. Esperaré que las aguas vuelvan a la tranquilidad.
Pez:
No, no estoy protegido. Sé que me acecha desde lo alto. Yo indeciso no se qué hacer, aquí no hay donde de esconderse de ese ave azul, amarilla, verde. Veo la muerte como la de otros en el curso de una vida que no se sabe cuando finaliza. He de aprovechar, seguro que me cogerá con su pico grosero y picoteara, hará sangrar mi existencia hasta la muerte, la muerte…
Ave:
Un disparo ¡Qué es lo que escucho¡ El tormento de mis plumas, de mi cuerpo. El cazador está ahí. Yo observando mi presa y el observándome a mi o está en mi búsqueda. Pero existe una diferencia, lo mío es para sobrevivir, lo de él es pura diversión; asesinar por asesinar. Mejor me recojo pero con estos colores quien no me ve. Tengo que comer. Tengo hambre, mucha hambre. Después de la tormenta llega la serenidad meditaba yo y que podría seguir el rumbo de mi vida. Volar y volar…lejos, muy lejos.
Pez:
Los sonidos aquí en las profundidades son perceptibles. Ando alguno con escopeta en mano implicando que tal vez el ave de plumas azul, amarilla y verde tal vez se pudra en la tierra. Yo me salvaré por ahora.
Cazadores:
Venimos a jugar. Jugar a disparar el ave más hermosa de este lugar. La cazaremos y la llevaremos para que todos la vean. Me sonreirán y yo me quedaré orgulloso. La belleza en mis manos, cruzada por una bala. Venga muchachos, vamos. Aquí está cerca de nosotros, a ver quién es el primero. A ese lo invitaremos a unos vinos.
Ave:
 Ahí está la monstruosidad de este mundo. Se ríen. Yo seré premio de sus malévolas armas. Me siento caer.
(Se escucha un disparo)
Estoy muerta o no. Estoy ahora en el lago , en sus profundidades. Frente a mí, mi presa. Me mira, me examina y comprendo a la muerte. Ya no más volaré por la madre tierra en busca de cobijo. Ya no más volveré a cantar cuando las luces del alba me dicen ya es hora. Y mi presa, frente a mí. Ella aunque no la haya atrapado se deduce el disgustos. También puede ser alma destrozada en ese juego humano.
Cazadores:
La has cazado.
La has cazado.
Sí , la he cazado pero ha caído en el lago, en lo hondo de  vientre. Qué haré ahora. No la habéis visto, es las más bellas de las aves. Estaba en una rama con sus tonos azul, amarillo, verde. Ah…maldición, no podré mostrar el trofeo. Pero vosotros lo habéis visto como caía hacía el fondo. Entonces, vámonos a unos vinitos.
Pez:
¡Muerte¡ ¡Muerte¡ Se van, se han olvidado de mi. La verdad que es bella con sus tonos amarillo, azul, verde. Matar por matar. Así son las enrarecidas ideas de lo humano, de esos que dicen que tienen razón ¡Qué bella es¡ No me hubiera importado que se alimentara de mí, es un honor ¡Muerte¡ ¡Muerte¡

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