jueves, octubre 11, 2018

Date prisa...


Date prisa, mucha prisa, le decía las paredes cuando la luz del amanecer se incrustaba en sus párpados. Ella abría los ojos con la duda permanente de la jornada luego los cerraba. Date prisa, mucha prisa, le decía la brisa mañanera cuando ella seguía soñando y soñando. Ella de nuevo abría los ojos y en su visión conquistaba toda aquella habitación, toda aquella ventana. Date prisa, mucha prisa, le decía su silla donde colgaban restos de su ropa cuando las horas en el tic-tac…tic-tac se hacían invisibles ante su terquedad. Y de nuevo abría los ojos con la acogida de sus manos inflando su respirar…inspirar y espirar, espirar e inspirar. Date prisa, mucha prisa, le decía los pájaros del alba cuando picoteaban con su canto en su corazón. Y ella de nuevo abría los ojos, escuchaba, y con la firme paciencia de los días, del tiempo embellecido por un remoto amor se levantaba. Date prisa, mucha prisa, le susurraba sus sentidos a medida que se colaba por aquellas paredes, por aquella brisa, por aquella silla, por aquellos pájaros en la sonoridad  de las calles.

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