No sé porqué, las miradas se cruzan en esa caricia de
puentes estrechos sin aire. Nos desnudamos y mudamos nuestra fuga lejos, donde
los párpados con velo eclosionan el rocío de los besos. No sé porqué un reloj
se estanca en su tic-tac y somos alas imperfectas del tacto atrapado en los
luceros del amor. El muelle cercano y no sé porqué damos un paseo, barcos
gigantesco que no sabemos a dónde van, de dónde viene pero qué más da, no
interesa. El calor aprieta y la danza de los transeúntes son posibles caras
conocidas, desconocidas manejadas por la rutina de la mañana. El mercadillo
deshabitado de flores, de aromas, de los olores de antaño solo un pan de leña,
un queso de la cumbre nos lleva hasta ellos. No sé porqué atendemos a nuestros
secretos, a nuestro ayer ¡Para qué¡ me
digo, te dices y nos asalta la risa. No sé porqué, no comprendo, no comprendes
de lo complicado del aire que respiramos. No sé por qué nos abrazamos, no más.
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