La
marea suena en el embeleso de la tarde. Pisadas ausentes se envuelven en el
vuelo ciego de sonoros besos en la orilla. Ojos oliendo la búsqueda más allá
del horizonte. Lentamente se arruga en las profundidades de su vientre ¡oh mar
de la espera, abráceme¡ Solo el canto de gaviotas en alguna rosa estriada del
ayer. Ojos llamando a su amor, furtiva, lejana, callada y el baile de lagrimas
rebosadas de una promesa, de un secreto ajeno a sus jornadas. Canciones de un
oleaje incesante, enhebrando la ida de sus sentidos.
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