La pesadez se esconde en tu espalda, lo ligero anuncia alas
a tus piernas cansadas cuando la tarde somnolienta se enquista en tus pisadas.
El llanto se pronuncia inexistente y aves plateadas rondan la caída de la
tarde. Ella otea cada instante, cada haz de astros que vienen a acompañarla, a
ser cómplices de su secreto. Ahora,
liviana del peso de la memoria es naciente a través de los ojos idos. El sonido
del silencio la embarca a sueños lejanos, a sueños cuyos pilares es su sudor,
su fuerza, sus abiertos sentidos
orientados al norte, al norte…¡la noche¡ va en su búsqueda , ella se conforma,
se motiva y la travesía se hace bella. Suspira lentamente…muy lentamente con
sus parpados velados por la luna y espera. No importa el tiempo, las
estaciones, las tundras bajo su almohada
solo, espera….
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