Crepúsculo abrazado a un sol cuasi eterno
Cuerpos vigías de las ausencias del corazón.
El girar y girar del hechizo de una música que viene, que va
Somos verticales y el peso de los hombros nos aconseja volar
y volar.
Travesías de papel sobre un oleaje remoto, insonoro.
Inspiramos y espiramos emancipándose de jardines negros,
Arribando en los dédalos perdidos en los nubarrones
Y acariciamos el sonido de violines, arpas y tambores
En presencia de nuestra memoria.
Queremos decir algo a sus lejanas singladuras,
Descomponemos una historia nacida de un pañuelo
Que dice adiós, que dice tal vez…
Los sueños abandonan sus sábanas,
Caminamos, pisadas
livianas en el curso de la jornada.
¡No¡
¡No¡
No estás, aislada, perpetua, nube inanimada en el callar.
Y, sin embargo besamos en las esquinas de los sueños.
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