El perfume de la lluvia se incrusta en mi vientre. Venerada
alba cuando las luces de primavera ceniza se expanden a través de los
pajarillos en su canto del despertar. El aliento de mis ojos oscuros bordea el
hábito de un café que vuela en el
pensar, en el meditabundo vagabundeo de mis deseos. Una melodía respira en mis manos alargando la
lejanía de tu tacto ausente, incoloro, insonoro. Ahh…el perfume de la lluvia
regresa entre las arboledas ancianas de mis pasos. Ahh…el perfume de la vida
renovada en cada amanecer, en cada imagen del cavilar cuando busco en un baúl
desconocido, recóndito, distante en el curso de las horas y te hallo,
dormitando, imbuida a los vientos del
norte. No sé, todo es incierto, todo es
duda. Una duda que me hace cantar en las sombras azules de los sentidos. El perfume
de la lluvia viene a mí y todavía…sí , todavía continuo pensándote, amándote,
ronroneando en el impenetrable haz de tus movimientos ¡Tú que sabrás¡ allende
colina entre coros de hogueras cuando te llamo. Ahora, aquí, miro mis manos,
desagradables estampidas de perdida palabras evocando tu nombre ¡Tu nombre..¡
Ahh….el perfume de la lluvia me condena a ti sin el ruido de los cuerpos
amantes de las estaciones.
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