Todo estaba callado y ella erguida
sobre sus piernas frágiles. Se
preguntaba si sería algún mal sueño y mira el firmamento. Una nube de polvo
amarillento se aproximaba. Otra vez el viento…el viento. Cuando se iba a acostar nuevamente otra vez
sonó esa llamada, esa voz de difícil localización.
-
Vamos que ya es tarde…muy tarde.
-
A dónde me llevas, qué lugares he de ver. Ya soy
vieja, ya estoy acabada. Aquí con mi botella de vino y el mutismo del nocturno
me siento bien. Aislada, consumida por los años, arrastrada por la violencia de
un ayer.
Ella examina, ella
estática, ella imperfecta, ella embelesada con esas palabras que no sabía de
dónde venía. La noche avanza, el siroco se pronunciaba más y más. Sus ojos
cerrados, sus ojos con el blanco muerte que no sería ni este , ni aquel día
sino cuando las fuerzas del universo la vinieran a buscar.
-
Vamos hacia la frontera, esa frontera donde la
mar son luces del descanso, donde el recóndito corazón de las caracolas es la
belleza después de tanto y tanto sufrimiento. Dime…dime ¿Cuál ha sido el más hermoso de tus sueños? Estás desorientada, dudosa. Soy real, tan
real que ahora hago sorda esta ciudad
con mi temible cuerpo de arena. Dime…dime ¿Cuál tu sueño más alto, más lindo? Vámonos
ya todavía hay tiempo para que la beldad vuelva a tu rostro desencajado,
ocultado por cada estación donde el castigo de los caminos tomados te han deshecho, troceado y espantado
de la realidad.
Ella torpe. Ella
indecisa. Ella oscura. Ella mujer. Ella sorprendida o casi, porque sus espaldas
pesan…pesan mucho.
-
Mi sueño- se tambalea, tartamudea en su eco de
la embriaguez- Mi sueño tal vez ser gaviota de los océanos. Cumbre de
travesías donde mi pasado, mi
presente sea insonora marcha a mi
regreso…CONTINUARÁ
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