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Y tenéis que soñar y
soñar, se quedo ella murmurando la balada en la sutilidad de su voz, baja,
vestida de esperanza. Se envolvió en su cuerpo de arena porque así era, mujer
de arena. Transitó en cada alma herida, escachada, pisoteada que ella le había entregado el reverder de
nuevos solos cuando la luna la llamaba. Todos bien, cerró sus ojos marrones
amarillentos y espero el velero de su regreso al núcleo donde ella descansaría.
Dejo de soplar y soplar y tomó de la fragancia que lamia el desierto. Se sentó
y se guareció tras una enorme duna. Ella sola y su atmósfera. Su atmósfera y
ella sola. Decidió dormir. Dormir en la eviterna reconditez de su desierto. Se
hallaba plácida, complacida, hermética al daño. Miro ese cielo que tanto miraba
día, los astros le contaron la verdad. Esta mundo continuaría con sus
desabastos de los más que lo necesitan. Este mundo continuaría con la
mediocridad pero siempre habría alguien igual que ella que donaría su sonrisa,
sus ganas de vivir, sus fuerzas para reconstruirse y que al final del camino
sus espíritus al unísono encontrarían el amor, la igualdad, la paz , la
libertad…Libertad de expresar sus alas hechizadas de sentimientos y esparcirlos
por los corazones vagos, secos. Y tenéis que soñar y soñar, se quedo ella
murmurando la balada en el hueco de antorchas flotantes en el espacio nocturno ¿Cuál
sería su próximo viaje? No lo sabía, solo, el aletear como ave al encuentro de
lágrimas desvanecidas con el pulso de la vida, la vida…No, no lo sabía, solo,
el derretir de las heladas en las almas calcinadas por el naufragio del ayer…No,
no lo sabía, solo, un retal de belleza que aun los conduciría a través del
tiempo, del oleaje del todavía…todavía somos verticales. Y tenéis que soñar y soñar,
se quedo ella murmurando la balada eterna en su insonoridad y soledad.
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