- 6
Adiós Ann , cuéntame lo que has visto cuando el
viento sur vuelvas. Eso sí, si quieres volver con tus alas plateadas de
gaviota. Dime si en tu viaje encontraste la felicidad, ese lugar donde el
corazón reposa en el bien, en la belleza de los sueños. Se parte de ellos con
el susurro de los sentidos-
Se despide la
mujer de arena, deja sola a Ann la vagabunda con sus plumas, con su canto, con
sus tristezas y las alegrías por llegar. Y Ann toma vuelo, se va lejos…muy
lejos donde su fiero pasado no la atosigue, no la moleste, no la haga caer otra
vez en las calles eclipsadas de la ciudad. No mira atrás, en cierto sentido le
da lástima esa mujer, la mujer de arena. La luna sigue ahí, intacta,
impenetrable, fiel al comienzo de la vida para aquellos de espíritu desastrada.
La mujer de arena mira hasta que Ann desaparece en el infinito océano, en un
horizonte ya difícil de distinguir. Se siente invadida por no sé cierta
nostalgia pero sigue adelante. De nuevo el viento, el viento. De nuevo la
calima en esa isla donde todo parece en paz. Las constelaciones se apagaron y el
amarillento polvo perseguía cada hueco de sus calles deshabitadas. Calles aplastada por la ansiedad ante tanta
brisa fuerte polvorienta. La visibilidad se agranda, cuerpo de ella en la
soledad de las almas. Cuerpo que sigilosamente avanza por cada recoveco de una
ciudad somnolienta, oscura, desconectada de la realidad de sus habitantes. Habitantes capturados por las tempestades del
destino. Un destino agarrado al pensamiento difuminado ante tanta y tanta hipocresía
y violencia. Su paso locuaz, ávido,
integrante de toda ella se acercaron donde lo pecaminoso, las sombras y las
silbantes ratas corrían por las tapias de la desidia. Y lo descubrió. Sí ,
descubrió en un muro apoyado a un chico con la palidez de la fatiga, con su
rostro lleno de lágrimas y con el letargo de la mudez de sus ojos. No lo despertó en ese estado de rota
existencia solo lo examinaba, buscaba y
buscaba en sus sueños de derrota, de quejido, de frenético vértigo. Algo lo había dañado, ese retraimiento en la
noche acusada de siroco…
No hay comentarios:
Publicar un comentario