jueves, mayo 24, 2018

LA MUJER DE ARENA(CONTINUACIÓN, NARRATIVA) 16


16
En el horizonte donde la plateada juega con sus luces acostada con las estrellas ahí , en el desierto, gentes sin rumbo o con algún destino incierto. Buscando la costa, lejos, para partir a una nueva civilización.  Una civilización donde los hijos de la pobreza, de la sed, del hambre, de las guerras puedan restaurar sus vidas. Un éxodo en el estómago del desierto, duro, cruel, nefasto. Un éxodo en las garras del océano, agresivo, violento, egoísta. Llegarán o no tras sufrir el más deshonesto, el más aborrecible, el más despiadado, la más asesina de las alambradas de agujas candentes en el rechazo y la humillación. Todos, si llegan a ese lugar ansiado, serán presos de una atmósfera que respira racismo en la totalidad de la palabra. Serán hacinados en la cárcel del terror ante sus sueños zanjados, rejas miraran cuando el despertar los alumbre en ese continuar prohibido. Otros, sin embargo, dejaran sus huesos en este desierto, en esas mareas donde serán náufragos de su cólera. Sepulturas esparcidas por todo este mundo, sepulturas de donde brotarán sus almas olvidadas y vagarán en el desencanto, en el desconsuelo de que tal vez …tal vez si hubieran aguantado un poco más podrían haber guarecidos  a sus amigos, a sus familias en un halito de alegría, de vida. La mujer de arena los ve pasar, triste, distraída en su mente que la aconseja ser muralla de ellos. Solo, dejarlos o si acaso aproximarse como enseñanza de lo que verán, de lo que les ocurrirán. Todo tiene que cambiar, un cambio que no deje agonizar a estas almas en el abandono. Ya no pueden dar media vuelta, no tienen techo donde calmar sus dolencias, sus desconsuelos, sus miserias. Sopla y sopla airada, enfadada con la fatalidad sus finales. Sopla y sopla y la mujer de arena va a por ellos, velando sus pasos lentos, sus pasos gastados, sus pasos oxidados. Desaloja esa caravana de sufrimiento, de un aura plomiza y los lleva donde la noche habla con la mar. Ahí, como albatros de las aventuras del vivir, los deja para que al menos sean simiente de otras tierras, de otros mundos. Ella se aleja y canta y canta la canción que escuchó aquel nómada del desierto.
Y tenéis que soñar,
Soñar en el eterno columpiar de las jornadas,
Soñar en la belleza de vuestras manos
Rebozadas de un despertar placentero
Donde el sol brillará en vuestro horizonte.
Y tenéis que soñar,
Soñar en la alegría del vivir,
Soñar en el tierno vaivén de la brisa,
Soñar como pajarillos entusiasmados, emocionados
Donde la luna remará en vuestro sino.
Y tenéis que soñar y soñar…
CONTINUARÁ

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