Qué busquen la felicidad, se decía.
Ella después se alejaba tras mermar la tiranía de los sueños con su aroma a desierto. Volvía solo cuando la noche sin astros
cantaban al son del viento. Cuando el alba la llamaba retornaba al desierto. Se
disolvía allí en sus doradas arenas y una paz errante en silencio y soledad. Pero en ese silencio y soledad ella
observaba, intuía el malestar de la civilización y acudía aunque fuera solo una
a su ayuda para sanar las penas, para sanar las desgracias, para sanar los
lamentos. El viento, el viento…su mejor amigo, su acompañante en cada
conversación. Y hablaban con la sugerencia del descanso entre tantas sombras y
luces, entre tantas batallas sin resolver, entre tantos sentimientos eclipsados
cuando el nocturno venía. Venía con su
agresiva palabra evidenciando un encuentro fatal en las dimensiones de este
mundo. Solo una, con solo una se hallaba
ella reconfortada y los demás ¿qué hacer? Meditaba en su silencio y soledad ahí
en el desierto donde las dunas son eco sonoro. La tierra sigue igual desde su
engendrar a los humanos, a esos seres donde la fealdad y las terribles abatida
a los débiles, a los frágiles, a los inocentes. Guerras infinitas, violaciones eternas,
atentados de invierno, hambre agujerando los pasos, sed…mucha sed, traficantes de cuerpos en la
huída a la libertad, náufragos en las
mareas alteradas por la agresiva violencia de los océanos, fronteras intangibles,
imprecisas, innecesarias. Somos parte de un universo caótico donde todo se
expande y contrae. Somos minúsculos. Polvo, solo polvo en un apartado lugar del
cosmos. Como serán los otros mundos, las otras dimensiones donde no llegaremos.
Para qué tantos nocivos alientos hacia
los demás. Para qué tanta basura derramada sobre las aguas de la vida…¡Ay la
vida¡ tan corta, tan ajena a sus
creencias, tan efímera ¡dejémosla tranquila¡ en el continuar de las estaciones,
en el transcurrir de nuevos crepúsculos, en el canto de un pajarillo sobre una
rama ¡qué no se rompa¡ ¡qué no se rompa¡
Ya la claridad de la mañana se asomaba, una bóveda celeste perfecta,
llameante en sosiego y el silencio y la soledad…CONTINUARÁ
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