Lenta, se mece lenta la tarde, se alarga en horizontes donde
el hechizo de algún pájaro de ojos blancos señala la desidia de los sentidos.
Un viento. Unas gotas que remueven las pisadas indecisas a ras del asfalto y el
retorno a la casa. Una habitación. Un café. Un cigarro. Eternos soplos de vejez
mirando sus manos. Un sueño. Un vuelo. Y la danza briosa entre paredes azules,
verdes, amarillas. Una soledad. Un encuentro. Tic-tac…tic-tac , el tiempo para
y suena el aliento de una canción quizás, olvidada…tal vez presente en el recorrido
intocable de una acaricia agarrada en la atmósfera que respiramos.
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