He llegado hasta aquí, me dices. Cuentas que el sudor y las
espaldas pesadas te han acompañado como sueño de un mañana. Te arrugas y te sientas con los ojos abiertos…muy
abiertos mirando a no sé dónde. Sin embargo, dices, he llegado hasta aquí. No
despides esa frase de tus labios, de tus silencios y monótona derivas a una
sonrisa. No sé por qué ríes, no sé por qué deseas, no sé por qué esperaste.
Ahora cuando has llegado no sé te miro y palpo cierta calma en tu rostro,
cierta tempestad en tus entrañas. Y callas, y te sientas con los ojos abiertos…muy
abiertos y sonríes. Y tus sueños
son cómplices de la certeza. No te
entiendo, por qué tanto tiempo. No dices nada, tu conversación se alza sobre la
oscuridad de ayer. No recuerdas, todo es mudo y has llegado hasta aquí. Te
desentiendes del peso, de las magulladuras y ahí estás. He llegado hasta, me dices. Estática y con las
manos libres te levantas. Una ventana al firmamento donde las estrellas miman
tu aliento y sonries….
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