Un grito, grotescas figuras imaginarias que daban a sus
pisadas por la tierra húmeda, por las retorcidas ramas del viento nocturno ¿De quién
sería?, se preguntaba aunque su interés era confuso que sí, que no. Mejor será continuar,
llegar al final de este túnel de arboledas donde la luz de la luna le
permitiera respirar pausadamente. Un cierto escalofrío ensuciaba sus pasos que
con celeridad la ahuyentaba de ese boscaje tétrico. Otro grito, brumas
cercándola con la danza de los muertos por el miedo, por el dolor intenso
empujando el corazón al vacío de aquellas entrañas del monte. Apretó más sus
zancadas, a veces, impedida por el temor. Un temor de navajas rozando su cuello,
sudoroso, frío. Puede ser que fue alguien ahogado en el terror de la muerte,
del peligro. Pero algo le impedía mirar atrás. Solo ansiaba desbaratadamente
llegar a la luz de la luna. Su corazón agitado vertiginosamente le hacía correr
y correr por la densa espesura de ese boscaje. No alcanzaba la luz de la luna,
por lo que se detuvo jadeando, ansiosa. Otro grito, otro agarre a su rostro
descolorido, fatigado. Un temblor le hacía agonizar mientras se hundía en esa
tierra de nadie. No…no lograba a
comprender lo que pasaba pero lentamente iba siendo enterrada viva. En esos instantes insalubres, desesperante
tomo mano del silencio. Era ella, ella la que gritaba mientras la luz de la
luna ya se aproximaba. No sabe como logro salir de ese amasijo de fango, de ese
agujero creado para su existencia asfixiada. Tomo aliento y llego donde la luz
de la luna le permitía ver. Un cuerpo borroso se incrustó ante sus ojos. Era ella y
sus fobias. Gritó…
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