Y pondré mi mantel de flores, creo que son margaritas
danzando sobre un fondo blanco, muy blanco. Y me sentaré en esta cocina fría,
muy fría a la espera que la cafetera me lleve por su aroma, por ese intenso
olor a calidez. Y te pensaré, por qué no. Sí, te pensaré mientras sorbo a sorbo
bebo el café de esta noche hermética, gélida. Y me vestiré acogida por una luna
azul que me llevara paso a paso lejos, muy lejos. Y seré lenta, no hay prisa. Y
quitaré el mantel de flores, creo que son margaritas y dejaré la mesa
impecable. Y me marcharé con el sabor del invierno en cada memoria retozando la
sencillez. Y te pensaré, no sé cómo. Y vagaré en las difusas aceras donde las
farolas recogen algo luz. Y retornaré bajo mi techo. Y pondré de nuevo mi
mantel de flores, si no recuerdo mal son margaritas sobre fondo blanco. Y
hablaré con el silencio de la madrugada. Y quizás te nombre. Y quizás te
acaricie. Y quizás te bese. Y a lo mejor no te das cuenta, pero puede que sí. Y
tal vez haga más café, seguro que un cigarrillo aguantara mis labios mientras
te pienso. Y puede que no duerma, que me quede observando la luna azul.
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