jueves, febrero 01, 2018

tarde


Tarde.
Es tarde.
Oscuridad imperiosa rajando los rostros de la ausencia.
Frío.
Hace frío.
Campos con mantas de estacas alumbrando al desahuciado
De las tierras de nadie.
Solo.
Estamos solos.
La utópica llama de la paz se vuelve cobarde
Nos arrinconamos indefensos en la nada.
Llanto.
Un llanto.
Muchos llantos.
Precarias manos acongojadas en el sin fin de un invierno cruel,
Rectando con su lanza gélida la libertad inexpresiva, infértil, inhibida.
Y viene un niño, una niña
Colmada de una mirada ida, en pena, caída
Hasta el fin de sus jornadas.
Tarde.
Es tarde.
Refugio de brumas, de murallas impaciente exterminadoras de todo aliento.




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