No hay búsqueda.
La nada solemne se entrega a los acantilados oscuros.
Un cierto desdén me hace estática,
Se apodera de las serpenteantes carreteras del silencio.
No hay búsqueda.
Es invierno,
Leves alfileres húmedos juegan en mi rostro.
Camino,
Me pauso vetando las manos muertas alejadas de todo brío.
Duermo,
Un letargo sonoro en los picos donde el tic-tac es
inexistencia.
No hay búsqueda.
Remar y remar en huecos luceros de la eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario