Aun habito en las cascadas somnolientas,
En el vasto pasillo de la memoria
Eternizando cada instante
En el aliento insonoro de tus ojos.
Aun habito ajena, lejana, ausente en cipreses
Ramificándose por tumbas de cristal
A espera de la belleza de tu propósito.
Aun habito en una canción, monótona, infinita
Agarrada a tu garganta de acantilados solemnes.
Miro el vacío, lo profundo, la nada del silencio
Callo, lengua de latidos sangrientos en el paso de los años.
Aun habito en un reloj cuyo tic-tac me duele, me envejece
En los caminos intangibles a mis alas rajadas, ignotas.
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