Deja los libros, así, solos en el aliento que penetra por la
ventana y entiéndeme. Ellos solo te dan
una especie de hechizo que te hace vagar en el ensueño. Ven aquí, si….en este sillón donde estoy
sentada ahora observándote con mis gafas gastadas. Deberíamos de charlar un
poco, alguna palabra que se hago en estas paredes grises. No, no quieres mirar
la realidad. Te despedaza, te quema. Pero date cuenta de que todo ya ha
pasado. Somos eco del ayer, si…pero
además murallones para que no se repite, para que no vuelva a eclosionar y
dejarnos tirados por las alcantarillas de nuestros adentros. Te evades…sí que
te evades. Haces como si no me escucharas y ello me provoca cierta atracción,
un amor intenso hacia ti ¿Me comprendes?
Y zas, dejo el libro.
Una historia amena donde los mares se mueven en torno a la quema de los
recuerdos. Ahora te miro, dime, te sigo
escuchando. Entiende que tengo que olvidar y crecer en las esferas de esta
nueva vida. Pero a veces…¡Ay ¡ a veces viene el, viene ella, viene quien quiera
y arrebata la risa esbozándome una amargura por no gritar cuando estaba a
tiempo. Por ello me aíslo. Supongo que me comprenderás. Me gusta estar aquí, a
la luz de esta ventana mientras tú en ese sillón espera mi abrazo. Ya iré, no
te preocupes. Necesito meditar, examinar desde aquí el bien y el mal pasado. Ahora es tarde. Bueno, salgamos. Está
lloviendo y la noche ya viene temprana. Mejor, calles vacía donde el susurro de
la llovizna pintará nuestros rostros de desconocidos. Desconocidos que van y
vienen. No te olvides el paraguas. Ese no que está roto, coge el verde.
No hace falta cerrar con llave, vamos. Solo daremos unos pasos de la mano. Y quizás,
se la lluvia se va nos sentaremos en algún parque cercano, próximo a ese techo
que nos hace cabalgar en la pesadez del pasado. No llevo móvil y ¿tu? De
acuerdo, lo has dejado, has leído mis pensamientos. Mira, la neblina azota la cumbre en su
sutilidad, hoy no veremos el roque pero da lo mismo, estoy contigo. Cuéntame algo de lo que los
estabas leyendo.
Ja, nada. No estaba leyendo. Solo disimulaba mientras tus
ojos se posaban en los fotogramas de mente, intentando leerlos. Es imposible,
solo yo sé del pasado. Un pasado inmaduro, arrebatado, desquiciado de todo este
presente. Ahora miro al frente. Ahora te miro a ti y en este paseo bajo la
lluvia me enamoro más aún de tus formas de hacer las cosas, más aún de esas estrellas que no puedo divisar ni
ahora, ni nunca. Uf, ahora que recuerdo, el telescopio esta polvoriento, las
telas de arañas le caen. Dejémoslo, algún día… estaremos ahí arriba. No te rías…sí,
seremos energía que se expande y contrae en el universo. Ahora toca vivir como
podamos ¡Qué impertinente es este mundo¡ Peleas voraces, aberrantes contra la
humanidad y al fin y al cabo seremos pieza de una fosa, no más ¡Mira que somos de
mala sangre¡
Parece que llueve más fuerte, las sombras nos persiguen como
fantasmas de nuestras pisadas. Volvamos a casa. Tú con tu libro, yo en mi
sillón.
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